viernes, 20 de agosto de 2010

PLEGARIA.

Anochece.
El cielo se vuelve pardo.
Surcan dos nubes el tiempo.
Cual dos ángeles blancos.
La luz se aleja, como tú.
En silencio, como tú.
Recorro un camino enlodado.
De luto y de espera,
Enlodado por el destino cruel.
Enlutado por una partida rápida.
Lodo y luto donde brilla luz.
Tú eres luz, solo tú.
Mi carrera loca de novia perdida,
Se detiene mirando el cielo.
El cielo donde mis ojos
Te descubren guiñando en una estrella.
Tú, sólo tú tienes ese brillo.
Que me saca del lodo.
Me arranca las sedas negras.
Me detiene, me condena a ti.
Me encierra en una nube de violetas,
De gardenias y pimpollos blancos.
Sólo tú tienes ese don.
Don que me dejas al partir.
No me pides nada, no tú.
Tú no me pides nada más,
Que este amor que se clava
Como un ancla aquí en mi pecho.
Se desliza por mi alma,
Cual una tierna lluvia de verano.
Sólo tú, sólo tú tienes ese don.
Por ti de noche o de día
Espero. Callo y espero.
Tú, sólo tú me tienes.
Como yo te tengo a ti.

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