miércoles, 1 de diciembre de 2010

ENSUEÑO

Si en mi piel sintiera yo, alma mía
la ternura de tu abrazo enamorado.
El recuerdo siempre tan apresurado
que me roba los momentos con desidia.
De envidia me azota el corazón con una pena
Mas no olvido el calor allá en la arena,
donde vaga nuestro amor eterno y puro
grabando nuestro nombre en cada muro.
Ese amor del que no olvida el corazón.
Aquel que tiene inquieta a la razón.
Se adormece en cada noche y con el sol
despierta en la mañana un arrebol.
Trina como pájaros que invaden mi ventana
Mientras clama mi alma tu presencia tan lejana.
Lejanía que orgullosa resplandece
Si regreso a mi recuerdo altiva crece
Me derrota con delirios de ilusión
Dejándome malherida en un rincón
Mientras sigue soñando el corazón
Como un duende me recoge en un abrazo
Y de nuevo me elevo a tu regazo
Donde vive mi amor, eterna espera
Deshoja en loca algarabía una quimera
Me devuelve a este eterno caminar
A soñar con amar, siempre amar.

viernes, 5 de noviembre de 2010

PASO DEL TIEMPO

Se ha marchado octubre con sus versos azules.
Con sus moños en los árboles.
Acunando sueños y trinos.
Comienza noviembre.
Me asusta por momentos,
La fugaz partida de los días.
La brevedad de los momentos.
El final que se aproxima.
Las fiestas con sus recuerdos.
Alguna lágrima cae al piso.
Se deshace cual cristal.
Es la vida que pasa.
Callada.
Rápida.
Silenciosa.
Gris.
O todo lo contrario!
Alegre.
Sonora.
Divertida.
Alocada fantasía.
Vivo!
Aún vivo.
Eso importa!!
Aún hay poesía en el alma.
Silencios compartidos,
Entre el teclado
Y el alma.
Formo hilos poéticos.
Fantasía
Ilusión.
Sueños.
Si...
¡Es mi vida!
¡Aún está aquí!
Aun me viste la poesía
Espera el corazón
Calmado
Enamorado
Espera.

miércoles, 20 de octubre de 2010

LA COARTADA.

El hombre entró con paso cancino a su casa. Como cualquier otro día.
Abrió el cajón de su escritorio. Cortó un trozo de hilo con el que coció un rasgón del forro de su abrigo de paño.
Lo colgó en la percha.
Se quitó sus botadas bien lustradas.
Desató el nudo de su corbata, mientras se veía en el espejo y se calzaba sus pantuflas negras, algo sucias.
Prendió la máquina de café. Minutos después la atmósfera se sumergía en un baño de olor cálido y colmado de recuerdos. ¡Al menos para él!
La esposa apareció semi dormida en la puerta del comedor.
La vio. Observó su figura robusta, tosca, hasta grosera y escuchó las palabras desdeñosas que le espetó, sin saludarlo:
-Son las 22 ¿Dónde has estado? La comida se enfrió, caliéntala si quieres.- Dijo y se volvió haciendo ademanes a su cama. Mientras él murmuraba:
-¡En el trabajo como siempre! Y…No, no quiero comer- su voz era opaca y casi inaudible-
Se quedó mirando su rostro oscuro dentro de la taza de café caliente que tenía ante sí.
Aún sentía su mente embotada, dándole vueltas como un caracol a una idea recurrente.
Bebió.
Le causó tanto placer el gusto del café, como el calor que las pantuflas le daban a sus pies.
Alcanzó el maletín posado sobre la silla de al lado. Lo abrió. Quitó un sobre de fotos, las fue arrojando al fuego de la estufa. Deteniendo solo un segundo la mirada en cada una.
Terminó su café.
Se quitó las pantuflas. Calzó sus botas. Se colocó su abrigo que dejaba entrever una hebra de hilo negro colgado del ruedo.
Salió a la calle con las manos enguantadas metidas en sus bolsillos.

Eran las 8 de la mañana de domingo.
El diario de la mañana estaba sobre la mesa.
Su mujer gritó ofuscada:
-¿Tomas el café ahora o dormirás todo el día?
-¡Ya estoy aquí!-Murmuró entrando al comedor, mientras se sentaba con su pijama aun puesto. Abrigado con su tapado, del que un trozo de hilo negro lo ataba a la noche.
Se sentó.
-¿Te compraste pantuflas nuevas?
-Si. Las otras estaban viejas, las tiré al tacho de la basura.-Murmuró.
-Uf… También, ¡Llegas a las 10 de la noche y das tantas vueltas antes de ir a dormir!¡Lee el diario!
-¿Hay algo importante?-dijo levemente.
-Un loco mató un par de mujeres anoche. ¡Ahorcándolas! En la zona del lago. ¡Prostitutas creo! No lo dicen. A todas les colgó al cuello un pañuelo de hilo y dejó un par de pantuflas negras y mugrientas puestas en sus pies. ¡No se que tiene que ver eso, pero el diario lo dice!
-No se.-Dijo-Mas tarde lo leeré. No me gustan esas desventuras-dijo con la mirada perdida-
-¡Es mejor eso a hacer lo que no quiero!-Pensó, mientras bebía lentamente su desayuno.


4to puesto Certamen la casa de Los poetas. Xing 10/2010.

sábado, 16 de octubre de 2010

EL ÚLTIMO POEMA

Si me llegara el tiempo
El tiempo de mi meta
El último poema
El día oscuro
Pediría que fuera azul y en octubre.
Que la risa se afanara a flor de piel
Que tus ojos me vieran desde cerca
Que el día como nunca fuera intenso
Pediría escuchar tu voz
Oir el canto de los pájaros
Dejar volar miles de notas desde mi garganta
Acunar un niño entre mis brazos
Apoyar en tu hombro mi cabeza
Correr bajo la luz de mil estrellas
Viajar por el túnel de tus ojos
Recorrer los sueños, atraparlos en mi pecho
Gritar ¡Te amo! y ser feliz
Encantada la luna se detenga en mi ventana
De tu mano caminar de nuevo las arenas
Escuchar el susurro del agua río abajo
El viento con su aroma a rocío me inspire un poema
En la brisa se mezcle olor a rosas y gardenias
En mis manos descansen tus caricias.
Si...si me llegara la meta
Pediría que sea azul y en octubre
¡Junto a tí, mientras escribo el último poema!

lunes, 11 de octubre de 2010

CONJURO

El sueño cierra mis ojos
Un velo oscuro recorre mi cuerpo
Sueño...
Sueño un sueño de luz
Estas en él, como una fogata
Fogata que me llena el alma y me atiza
Me engalana de flores y me encanta
Tu hechizo de amor
Ese amor, solo ese, el que viene de tí
Nada más pensarte me fracciona en segundos de idolatría
Me llena de algarabía y me cobija de emosiones
Tu fogata hace arder mi fuego
Intento lo imposible y ahí te encuentro
Como siempre a mi lado.
Eres mi día claro, mi noche de luna
Mi encuentro escondido, mi lluvia dulce
Mi tiempo encantado, mi vida nueva
Estas en cada recodo del camino en cada estación
Estas lejos o cerca y me abraza tu luz
Tu luz que me ciega y me lleva por el aire, leve
Me haces recorrer los mundos encantados
Los silencios y los susurros de amor mas preciados
Esa persona eres Tú
Esa persona que me devuelve el tiempo y la risa
Que me devora las angustias , que pone flores en mis manos
Ese que me cambia y me conjura a un
¡Te amo para siempre!

jueves, 7 de octubre de 2010

OCTUBRE

Octubre. Mes de la poesía para los soñadores del Movimiento SUEÑAPALABRA.
Mes de poesías colgadas en cordeles en las plazas.
Mes de moños azules en las puertas o en los árboles.
Mes de Liber Falco, el poeta sencillo, el que jugó con la luna allá en Jacinto Vera, su barrio natal.
Mes de decir: "Fuera locura pero hoy lo haría..."
Mes azul.
Mes de sueños y palabras que vienen del corazón, saltan a las manos y se desparraman en el papel. Se hechan a volar cual palomas blancas llevando mensajes de amor y alegría.
Atodos los poetas, a todos los amigos cercanos y lejanos, que corren tras sus sueños y dejan volar al cielo sus palabras, os digo: "¡FELIZ MES DE LA POESÍA!"

miércoles, 29 de septiembre de 2010

EL COFRE

Siete pares de ojos miraban dentro de un cofre adornado con rebuscados arabescos. Lustrado prolijamente, estaba sobre una mesita de mármol antiquísimo.
En absurda burla alguien había depositado en él, un hermoso ejemplar del libro Don quijote de La Mancha.
Una rebuscada encuadernación, una delicada dedicatoria y firma indefinida.
Una sombra se perdía por detrás de las amplias puertas de la gran mansión, dejando retumbar en el aire, una peculiar carcajada irónica.

Cruzando el camino prolijamente hecho de piedra laja y mármoles rotos había un gran aljibe.
Todo en derredor era bellísimo. Hermosas enredaderas, hibiscos en flor, calas y delicadas rosas bordeaban el camino.
Rododendros altivos más allá de las aljabas que colgaban desde las dos pérgolas del terreno.
Una farola iluminaba por las noches la fontana antigua que daba un toque mágico al peculiar arreglo de aquel lugar.
Una mejorana al final del hermoso sendero esparcía su aroma.
Dos golondrinas esperaban la llegada del verano, junto a un pinzón.
Sentada sobre la baranda que protegía de los altos riscos, una rapaza de raída vestimenta que demostraba su peculio solo al verla ligeramente; lloraba lágrimas de cristal.
El río allá abajo zigzagueante, recibía aquellas lágrimas y los quiméricos lamentos.
Cerca de ella, como un duende escondido entre la sombra del paisaje soleado, un querubín la escuchaba en silencio.
Vestido con traje fino, enviaba hasta ella mensajes de amor en alas de las falenas que inquietas revoloteaban en el ambiente pleno.
Delicados ojos de cielo veían la dulce figura insignificante a otros ojos. Sus cabellos bermejos se sacudían al viento, viendo el velo oscuro que cubría los hombros de su admirada.
Observaba la figura delgada, su rustiquez y sin embargo, lo embriagaba la ternura.
Portador de un secreto místico, amado niño de piel de luna, olvidando su origen deambuló vacilante hasta ella.
-¿Quién no amarte puede? ¿Por qué corazón tan triste?
-Me han acusado de robarme algo del salón de tu casa. No soy yo mal agradecida para tomar algo que no es mío. No debieras estar aquí. Si nos ven dirán que te he seducido.
-Cae la tarde hermosa princesa. Pronto caerán también sus sospechas y tú ¡serás libre mi púdica sultana! Tú que me arrastras por estos lugares. Es por lo único que frecuento estas tierras. ¡Vendrás conmigo a mi palacio!
-No soy mujer de palacio y ¡lo sabes! Solo soy una plebeya. Vete antes de que otras culpas caigan sobre mí.
-Vendrás conmigo al final del día. Tengo lo que había en el cofre. A ti ya no te acusaran y yo soy el dueño de lo que allí había. ¡Vendrás conmigo!









Un blanco potro con las bridas sueltas pastaba cerca. Tomole la mano, aterida la joven plebeya.
Con poco esfuerzo la alzó hasta las bruces del animal. Ágilmente montó.
Al viento sus cabellos eran banderas rojinegras. Cuerpos jóvenes de albas mentes. Entre ambos una maleta, que ella aferraba con fuerzas.
A paso ligero su corcel caminó rumbo al amplio camino bajo la alameda. Cruzó el campo baldío, coronado de espinillos y tomó el camino largo que llevaba al cruce del río.
La noche ya tendía sus vestidos de seda oscura sobre ellos, arreboles se veían en el horizonte. Guiñaban los faros a lo lejos.
¡El puente estaba cerca!
Una sombra cruzó el camino. Un trago amargo recorrió la garganta plebeya. Una osada bravura, encabritó la mano del príncipe.
-¿Quién anda allí?
Silencio, le respondieron las riberas del río opaco, que mostraba estrellas en su lecho. Galope a lo lejos, ladridos de perros en ecos lejanos. Brusca arremetida hacia el puente.
Solo unos metros los separaba de la libertad.
-¡Olvidas tu linaje príncipe! ¡Esa plebeya no te pertenece! Yo la he comprado antes que tú llegaras. ¡Es mi propiedad!
Una flama de odio se mecía en los ojos del arrogante. Obstinado emblema era su espada.
El blanco corcel cruzó apenas el puente hasta la otra orilla ¡Sin su carga!

Junto al hermoso paisaje del día nuevo, un blanco potro pastaba. En el blanco de su pelaje oscuras manchas rojizas.
Cerca, un cuerpo sin vida cubierto de albo lino, un agonizante amado le daba postrero abrazo.
Siete pares de ojos reflejaban aquella escena. Siete mentes que acusaron, pedían absurdo perdón.
Sólo una carta rezaba juramento tan leal.
Nadie atinó a salvar lo insalvable de aquel día.
Un eco, entre sollozos y risas, un lamento póstumo, se escuchó vagar por los rincones ahora marchitos y tristes, de la hacienda bien cuidada, de aquel Príncipe Heredero y su princesa robada.

(2do.premio Certamen de Narrativa 2009, La Casa de los Poetas)

AMOR DE NIÑA

Recostada en mí lecho:
Recuerdo:
En silencio…
¡Aquel primer beso!
Tus dulces palabras
¡Aliento de vida!
Nuestros sueños jóvenes.
Los tiernos paseos
Allí junto al rio.
¡Ha pasado el dolor!
Solo tengo eso:
¡Recuerdos presentes!
¡Sublimes momentos!
Pasado, presente.
De ternura joven
¡Y amor de niña!

MELANCOLÍA

¡Se yerguen hoy mil recuerdos!
Me flagelan con látigos ardientes.
Me quemo en la flama
Del amor que se va.
Miro el vuelo de una falena.
Mirada impávida
De opacos deseos.
¡La fontana exalta sus aguas!
En quiméricas luces
De farolas tenues.
Se me inmola el alma
Despidiendo al farolón:
¡Que encendiera mi hoguera!
Sobre mí, la luz de un fanal
¡Me cobija!
Sin pedirle siquiera:
¡Una idea confusa que me salve
De la maldición!
De haber conocido
A un traidor.
¡Se quiebran mis alas de tisú!
Nenúfares y rosas se esparcen
Por el río de mis sentimientos.
¡Suenan viejos campanarios!
Despido al arrogante:
¡Que creí un farruco!
Me quedo sola mirando el farallón
¡Que se eleva en la tierra sin sol!
Reseca mi boca
De ardientes gotas ácidas
¡Famélica de amor!
Mis ropas hechas
Un triste fandulario.
¡No visto mis blondas!
Ni despliego mis bridas:
Dejando libre el salvaje potro
¡Entre las breñas!
Ni despliego mis alas de blanco lino.
Me entrego al destino.
Resigno un
¡Te amo!

HORAS LENTAS

¡Dejad tiempo este reloj!
Dejadle detener las horas.
Las horas donde el juicio
se esfuma en esa nube
blanco-azul.
Difusa.
Lejana.
Dejad que el tiempo
Se detenga.
Que amarre en mi puerto
Sus agujas, viejo reloj inquieto.
Tiempo no apures
¡No apures las horas!
No ves que este sueño
Es un vuelo de gigantes palomas
De alas blancas.
¡Yo vuelo hasta él!
Vuelo hacia luceros dorados.
¡Dejad tiempo mi reloj!
Dejadle detener las horas:
Ingratas e insensibles
Que pasan y me dejan, sin llegar
¡Hasta la alcoba deseada!
Dejad tiempo callado
Mi reloj
Dejadle hoy
Romper el tiempo
Nacer el amor
Sin memorias
Ni esperas
¡Dejadle tiempo!
Detiene las horas
Solo para amar
¡Un minuto más!

CANTO POR TÍ

Canta conmigo mi canción de amor.
Canta conmigo, canto para él.
Aquel que yo admiro.
Aquel que yo amo.

Sueña conmigo y mira al futuro,
Se lo ve allí en el horizonte.
Ya no eres un sueño.
Hasta mi llegaste.

Pedazo de mi vida que ansío dar.
Vienes a buscarme en medio del día.
Pero no me importa.
¡Sólo importas tú!

Esperando estuve por tiempo infinito.
Como en suave brisa llegaste en abril.
Y cambió mi vida,
Tú presencia amada.

No estoy inmersa en dolor y angustia
No aprieta el pecho, triste soledad.
Desde que estas a mi vera.
Sólo amarte sé.

LUNA AMIGA

La luna dormita, perezosa y fría
Fría y velada de escarchadas nubes
En las esquinas mujeres amables
Se recogen en sus abrigos sin alegría.

Cansados pasos desandan las veredas
La luna fría les ve en su torpe andar solo
Cierra los ojos y cubre su espejo, ovalo
Ovalo de plata que esquiva miradas

Dormita y sueña poesía y canción
Duendes del amor deambulan en la noche
Solos, cansados, mudos o en lujoso coche
Buscando algo de amor. ¡Loca pasión!

La noche no esta sola.
Viene con sus mujeres trágicas.
Hombres que buscan noches mágicas.
O una mujer sola.

La luna lo sabe y calla.
Calla porque es compañera.
Guarda arrullos, secretos, es viajera.
Todo lo sabe, sabe donde el amor estalla.

Oh si mi luna no viene esta noche.
No dormiré en mi cama de pino.
No tendré sábanas de lino.
Solo viviré mi reproche.

Ven luna, a mi lado
Recuérdame donde vive.
Descríbeme su declive
Dime si vendrá mi amado.

viernes, 10 de septiembre de 2010

CARTA DE AMOR ORIGINAL

Amado mío:

Hoy en lo incierto de tu respuesta esquiva; he venido a pedirte el corazón en estas

palabras escritas.

¡No mires las huellas que quedaron a lo lejos! ¡Mira el presente que se adelanta a

tu respuesta!

¡Dimes si me amas como yo!

No temas las tormentas que amenazan nuestro nido.

¡Ábreme hoy tú corazón! ¡Deja que piense él y no razones!

¡Perdona no te entendí estando juntos, ahora te entiendo, ahora se lo que tú

quieres! Dame un minuto para explicar cuanto te amo.

¡Vuela conmigo en un intento por llegar a lo que amamos!

¡Se que me amas! ¡No trates de ocultarlo! Lo siento aquí en mi corazón.

No mires el pasado. ¡No busques aquello que no fue! ¡Ven a mis brazos!

No temas. No sientas penas ni rencores.

¡Contágiate de alegrías nuevas! Reguemos de gotitas de amor cada minuto.

¡Deja que florezca en tu jardín una flor por cada sueño de amor que vaga

entre los dos!

¡Toma mis manos! ¡Ven a mí! Sigo siendo tu princesa encantada de otro tiempo,

que te busca hoy y te ama tanto.

¡Espérame no sigas solo! Recomencemos el camino. El tiempo escapa y no espera

por nosotros.

¡Ven caminemos juntos vida mía!

Ven. ¡Ven a mis brazos nuevamente amado mío!

LATIDOS

Ni tan cerca de mí
Ni tan lejos de ti
Transcurren las horas
De tiempo implacable
Brisa que me trae tu vos
O tú aroma
O aquel suave murmullo
De tu corazón
Latidos de amor
Latidos de sueños
Ilusiones nuevas
Deseos callados
Tu vos y mi vos
Un silencio hablado
Un amor tan limpio
Un amor de cielo
No me dejes nunca
No te vayas de mí
No te alejes del cielo
Que nos cobijó
Déjame en tus ojos
Mirarme de nuevo
Con alas de Ángel
Recorrer el tiempo
Tu tiempo
Mi tiempo
El tiempo de amor
Lunas y rosas
Luceros del alba
Que nos vieron nacer.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

ILUSIÓN

Llueve hoy, lágrimas limpias.
Soy feliz, tu estas aquí.
Lágrimas limpias, junto a ti.
Un cielo gris, nubes tristes.
Tu estas aquí y eres feliz.
¿Qué importa si llueve?
¿O si sale el sol o cae la nieve?
Importa que tu y yo,
Estemos aquí, juntos los dos.
¿Qué importa que pase el tiempo?
¿Qué importa que digan mil cosas?
Importa que tú y yo estemos aquí.
Estemos amando.
No hay cielo gris, ni nubes oscuras.
Hay solo un profundo cielo azul.
Soles y lunas.
Un millón de estrella nuevas.
La hermosa cuna de tus brazos.
No importa el tiempo.
Solo importas tú y yo.
Solo importa el amor así.
Amar y soñar.
Soñando y amando.
Siempre juntos.
Siempre amando.

jueves, 26 de agosto de 2010

SILENCIO

Cuando el silencio
me grita.
¡Yo me encierro
en mi coraza!
Un silencio
no es un grito
¡O lo es
y no me cabe!
Mi silencio
es mi respuesta.
Cuando no
Escucharme buscas.
No me grites
las palabras.
¡Sólo escucha
mi silencio!

18/12/2008

TAL VEZ

¡Tal vez un día
llegue mi tiempo!
Un tiempo de luz.
¡Talvez el reloj
no cuente las horas!
El tiempo no pase.
De sol sea la noche.
Y de amor cada beso.
Talvez de rosas el camino.
Talvez un día
se borre el dolor,
y amanezca en tu cielo.
Talvez mi luna de plata
no se olvide de mi.
En los brazos de ese sol
¡Me despierte un día nuevo!

2/1/1009

¿Qué ha pasado Señor?

La lucha continúa Señor.
Mi corazón no puede distinguir entre la niebla
y la resplandeciente claridad del día que me envías.
-¡Oye Señor háblame claro!
-¡Sabes! Caminé ayer junto al río que me diste.
Nada encontré ¿qué es lo que quieres?
-¡Dímelo!
Los días han comenzado a ser grises nuevamente.
No hay un motivo Señor
-¿O sí lo hay?
Tu lo sabes el corazón me ha guiado mal últimamente.
Hace tiempo Señor y tú lo sabes.
Los caminos ahí delante no son claros.
Haz puesto cortinas de niebla ya no lo distingo como ayer.
-¿Por qué Señor estoy quemándome en mi corazón?
¿No me diste el don de la hermosa libertad?
¡Puedo elegir!
Tu casa sigue ahí con sus sermones pero no puedo entrar
y comprender.
-¿Por que Señor allí la fantasía solo son palabras sueltas?
-¿Por qué nadie entiende lo que dicen tus palabras?
Me confunden con consejos que no son.
-Dime Señor ¿dónde buscarte?
-Dime ¿cuál es tu plan?
Estoy caminando sin rumbo. Quiero seguirte y no puedo.
El cielo se ha puesto gris tan de repente.
El sol ya no brilla como antes.
-Señor tú dijiste que éramos amigos.
_¿Qué ha pasado?
-¿Por qué no me contestas?
-¿Si lo haces?
-¿Dónde Señor, dónde ha quedado la respuesta?
Cada lugar ya no es igual.
Mi corazón llora y tú lo sabes.
-¿Dónde escondiste mi respuesta Señor?
¡Pues no la encuentro!

Nelli González
1/04/2008

miércoles, 25 de agosto de 2010

PARA MIS VISITAS

Quien no fue victima feliz de un Beso Robado?
Tan dulce como el primer amor, tan imprevisto como la vida misma.
A Tí que vienes a visitarme: dedico estas dulces canciones de amor, "de Tiempo y silencio" de "Besos robados" y de sueños compartidos.

Nelli Edhit.

Cesaria Evora - Beijo Roubado

martes, 24 de agosto de 2010

SIEMPRE

Siempre hay alguien.
Siempre hay alguien que lee mis versos.
Mis cuentos.
Mi vida.
Siempre hay alguien que me ama.
Me cuida.
Siempre sueño que alguien me mira
Con la ternura de un ángel.
Siempre estás
Donde no puedo entrar,
Donde
Los ojos nublados del alma cierran la ventana
Como queriendo apagar
Aquella Luz que emana tan nítida.
Tan tibia.
Brillante.
Tan bella y Sublime.
¡Tú siempre estás!
Donde el sol se apaga.
Donde la Luz es sombra.
Donde el cielo no es azul.
¡Siempre estás!
Cuando las dudas me cierran
La amplitud del pensamiento.
Cuando el dolor deja la marca.
Quema el alma.
¡Siempre estás!
Cuando no puedo verte.
Cuando pierdo el rumbo.
Cuando el sueño no viene.
Cuando duele el pecho.
¡Siempre estás!
No te veo.
No te siento.
¡Siempre estás!
Eres el sol del invierno.
Quien entibia el alma.
Eres
¡La Vida que fluye tan dentro de mí!
Porque Tú
Siempre estás.
¡Y me haces bien!

Nelli
09/2002

RECUERDOS

Por qué he pasado sin verte Amor?
¿Por qué?
Como ha colmado mi pecho
el amor que se ha marchado.
Me ha dejado mil huellas
Mi amor siempre callado.
¿Cómo no puedo tenerte?
¿Cómo no puedo verte?
Sólo silencio y distancia.
Flores secas a tu lado.
Sin un adiós, sin verte
Así se fue nuestro amor.
En silencio, sin adiós.
En mis manos tibias dejó
las caricias de un día
de amor y tanta alegría.
Hoy eres mío en el recuerdo.
En el silencio.
A la distancia.
Siempre
En silencio
En la distancia
Y en mi corazón que te ama.

lunes, 23 de agosto de 2010

DESPIERTA

Te has dormido ¡Oh Diosa del Amor!
Caprichosa musa de lo bello y lo sagrado.
¿Quién despertarte pudiera?
¿Quién tu sueño interrumpir?
Pedir que azuzes el fuego del amor y la ilusión.
Tan tierna como una flor que ha nacido al amanecer,
Tan bañada de rocío y brisa,
Tan fiel amiga y tan sigilosa,
¡El tiempo no te despierta!
Espera.
Cual Reina Alba y gentil a mi ventana un día cualquiera,
¡Vendrás!
Vendrás con los trinos nuevos de mis pájaros despiertos.
Vestida de cristales,
Vestida con luz del alba y regada de fragancias nuevas.
Así has de llegar Diosa del amor eterno.
Junto a tí, un vergel de nuevo amor, estrellas de galantes melodías.
Entonces brillará en mí la alegría nueva.
Brillaran todas las cosas
El sol se tornará de oro y la luna abrazará a su amor.
¿Y yo?
Yo estaré de nuevo arropada por los brazos tiernos del amor que espero
¡Y tú adormecida, olvidaste despertar!

domingo, 22 de agosto de 2010

AMARTE

Si en un sueño el amor nace.
El amor en mi a nacido.
Si soñando el amor crece.
Mi amor ha crecido.
Si sentir amor en sueños es amar
Yo he amado
He amado
Aún amo
No me pregunto cuanto.
Sólo dejo mi sentir, fluir.
Fluir en calma.
Emanar dentro del pecho.
Invadir mis sentidos.
Amar
En silencio o a gritos.
Amar
Luego. Amarte así, sin medidas.
Antes que el viento se devore estos minutos.
Amar desde el ocaso hasta el alba.
Emprender el viaje al azul ¡Juntos!
Amar hasta consumir nuestros cuerpos.
Perder la noción de la existencia.
Seguir vivos.
Amarte como nadie supo amar.
Evadir el mundo en un minuto.
Dejar volar los sueños
Eternizar las horas
Seguir amándote
No olvidar lo que hay en ti
Lo que hay en mi
Lo que amamos
Lo que es nuestro
¡Y lo sentimos!

CARICIAS

Descubro en cada rosa un nuevo beso.
En la brisa una caricia.
Al alba un nuevo sueño.
Al ocaso una esperanza.
Al alba y al ocaso espero.
Amo y espero ¡Soñándote!
Soñandote y viéndote.
Viéndote en la profundidad de mi ser.
Bajo el cielo.
En el aire.
En el silencio.
O en la loca algarabía,
Te veo caminar nuestro camino.
Siento el aroma de tu ser.
Las amadas caricias de tus tibias manos.
La ilusión de cada promesa cumplida.
En mi silencio vives.
En mi silencio camino hacia ti.
Nada hay imposible,
Para un amor como el nuestro.
¡Ni lo adverso!

viernes, 20 de agosto de 2010

MI GUÍA.

(…donde el dolor se vuelve silencio, ahí está Él…)

El valle blanco acosaba la vista.
Los árboles cargados, descolgaban sus brazos cual albas cortinas de terciopelo.
Apoyada en mi cayado recorría el camino de nieve.
Mi traje de pieles se ajustaba a mí, protegiéndome del frío, de la cabeza a los pies.
Mi corazón galopaba en los campos del estío. Feliz. Sentía que una nube bajada del cielo y desbordaba sobre el valle de pinos de sur a norte, de este a oeste, todo lo que mi corazón tenía.
Más arriba las montañas blancas me saludaban detrás de las nubes que pasaban lamiendo sus picos suavemente.
A mi lado, mi guía. Ávido como yo, de libertad, buscaba junto a mí su morada.
Caminaba lento, su patas hundiéndose en la nieve, su costal pegado a mi pierna derecha. La mirada aguzando el terreno blanco.
Sus ojos azules adivinaban cada paso, divisaban la figura de sus pares.
No le temía.
Sin preámbulos, en alguna parte de la historia de ambos, se cruzaron nuestros caminos. Nos confundimos en un abrazo de miradas agudas, nos aprendimos, nos comenzamos a amar en los profundos silencios de la nieve.
Yo le prometí proteger su existencia y él me prometió cuidar mis pasos en la vida.
No nos pusimos nombres. Creo que la amistad, la cercanía nos dio todo lo que precisamos para saber cuando nos llamábamos.
Yo aprendí el silencio mientras él aullaba a su manada. El aprendió mi soledad cuando el frío congelaba en mis mejillas las lágrimas. Ese era todo nuestro idioma. No hacia falta nada más.
Hacía demasiado tiempo que la soledad viajaba a nuestro lado. Creo que estaba tan blanca como todo el paisaje donde viajábamos.
En un pequeño lago semi helado de la vera de aquel paisaje, donde el destino nos empujaba, me acerqué a beber algo de agua. El espejo frío me devolvió una imagen encapuchada con pieles blancas, que cubría los cabellos y casi todo el semblante. Los labios se veían resecos agrietados por el frío. Los ojos habían cambiado la mirada de una tristeza profunda, a una paz que calaba hasta los huesos del alma.
Sonreí. La imagen me devolvió la sonrisa de diente blancos y labios heridos. Dos cristales salados, cayeron al agua y se mezclaron con el hielo. La imagen aún así no estaba triste.
Junto a ella, estaba él viéndose, viéndome.
En silencio.
Su mirada azul, detrás de su pelaje blanco estaba calma, mas calma y en paz que cualquier día.
Me sentí tentada a tocar ese rostro en el espejo helado. Cuando lo hice, ésta se quebró en mil pedazos y los cristales salados se hundieron hasta el fondo del pequeño lago.
Cuando las aguas se aquietaron, el asombro se pintaba en la imagen, pero él seguía paciente mirándola tranquilo y tiernamente. Talvez pensando en sacarla del agua de un tirón.
Era un camino de hielo blanco, como su pelo y los copos que caían sobre mis espaldas. Ambos resistíamos el lento pero tesonero caminar. Era importante la meta. Era importante seguir la huella sin marcas que el destino deja delante de cualquier ser que transita por la vida.

La mañana estaba luminosa. Desperté algo entumecida dentro de la cueva que nos sirvió de refugio aquella noche. Mi cabeza como siempre apoyada en el piso enfundada en la capucha de piel y mis pies bajo el cuerpo tibio de mi compañero de viaje. El parecía no sentir el rigor del frío. Sólo esperaba ansioso llegar a lo alto de las cimas y reencontrar a su manada.
Mientras me movía tratando de enderezarme, me miró con sus ojos azules. Me interrogó seguro, sobre nuestra tarea del día.
Se levantó estiró su cuerpo blanco, volvió a mirarme y saltó fuera del refugio. Atiné a encender un pequeño fuego para hacer alguna comida. Sabia que él vendría con alguna presa entre sus dientes.
Un ruido, como de un trueno cercano, me alertó los sentidos dejándome tiesa por unos segundos.
Me acerqué a la tosca puerta mirando en derredor.
Como un eco, nuevamente escuche otro sonido como el anterior.
Salí a medias del refugio, no estaba por llover. Contrario a eso, el día era soleado y un cielo azul se mostraba radiante ya desde el naciente.
Desde el techo del refugio metido en el costal de la alta montaña, gotas rojas cayeron sobre mis manos apoyadas en el umbral.
Salté fuera mirando hacia el techo del montículo. El me miraba con un pichón de pato salvaje entre sus diente. Desde lo alto, sus ojos azules comenzaban a apagarse lentamente, mientras de su pecho blanco burbujas rojas salpicaban la nieve.
Dejó caer el pichón y lentamente fue cayendo sobre el piso nevado.
Corrí a su lado.
La herida cruzaba su garganta de lado a lado. Encima de su lomo una herida expulsaba las últimas gotas de sangre de su cuerpo.
Me arrodillé a su lado. Nuestros ojos se vieron. Cada uno emprendió el viaje en las profundidades del túnel de cada mirada.
Su última mirada, se clavó en mi pecho como una flecha afilada de acero ardiente. Mis manos se tornaron rojas. Sobre el blanco pelaje la nieve comenzó a cubrir de copos aquel traje sin vida.
Di mis últimas caricias. Mis ojos se clavaron en el horizonte sin ver nada más que cristales rotos, deslizándose por mi semblante.
Una mano enguantada en cuero negro, tocó mi hombro. Su dueño portaba un arma larga y su mirada era de satisfacción y orgullo.
-No tema-dijo-¡Ya no le podrá hacer daño! Es un lindo ejemplar, casi de los últimos lobos blancos en extinción, suelen ser agresivos y malvados. Tiene una buena piel. Me darán unos cuantos dólares por ella. ¿Necesita ayuda?
-¡Máteme!-dije apenas en un susurro in entendible.
-¿Está Ud. Enferma? Le llevaré al pueblo más cercano. Deberá caminar hasta mi trineo.
El dolor se clavó en mi pecho tan de repente, quebrando con tanta agudeza mis sentimientos, que las palabras huyeron de mi boca abierta. Solo un aullido, un grito de angustia desesperado. Un aullido que se fue rompiendo el hielo, surcando las montañas y la nieve, como una llamarada.
Desde algún lado otro aullido, otro y otro aún mas cerca, respondió.
Estaba de rodillas ante mi guía.
Gotas de cristal colmaban mis ojos y resbalan hasta cubrirlo como un manto transparente.
Me sentí inmensamente sola, abandonada a la nada, sin el corazón latiendo en el pecho. Parecía que aquel balazo no hubiese arrancado solo un corazón de lobo, sino también el mío.
Así de rodillas me incliné hasta su cuerpo ya casi frío, mi cuerpo conmovido, doliendo el pecho.
Mi garganta quiso gritar, pero el silencio cerró su paso ahogando el grito. Solo los ojos podían hablar ahora, escribiendo una historia de amigos inseparables con letras saladas sobre un montículo en medio de la nieve, al pie de la gran montaña.
El dueño de la mano enguantada, dejo caer unas sogas a mi lado. Quiso atar a mi amigo de sus patas. Sentí que mis facciones se endurecían y mi boca mostraba dientes. Sentí dolor.
Una mueca de llanto se dibujó en mi rostro sin poder emitir sonido alguno.
El hombre me empujó a un costado. Rodé a un lado, la respiración agitada. Me incliné en cuatro patas como una fiera a punto de atacar y vi que sus ojos se fijaron en los míos.
-¿Qué diablo eres? ¿Un indígena? Me llevaré mi presa, vete, ya no te acercaré al pueblo, ¡vete!
Caí sobre él casi sin saber como, mis manos rojas hechas garras heladas.
Con un solo empujón rodé nuevamente al helado piso. Le vi levantar su arma apuntándome al pecho.
Cerré los ojos, lentamente desprendí mi chaqueta de piel cubierta de nieve. Volví a abrir los ojos y desde mi niebla de dolor, extendí mis brazos esperando escuchar aquel sonido que se llevó a mi guía.
Cuando los cerraba lentamente mientras el sol me daba su tibieza, sentí unos hocicos fríos recorrer mi frente, con pequeños aullidos. Me lamían la frente. Patas heladas apretaban mi pecho. Ojos azules me miraban profundamente. El sol calentaba mi pecho cubierto de angustia, dolor y sangre.
Volví lentamente la cabeza y vi un arma cerca de mí. Un poco más lejos despojos de algo de color rojo profundo.
Un lobo blanco se acercó a mi lamió mi rostro, enfocó sus ojos con los míos y supe.
Ya no estaba aquí. Acababa de abandonar el camino oscuro del egoísmo y la traición. Ellos estaban conmigo. Mi guía vendría quizás más tarde, cuando su mirada se encendiera nuevamente.
El sueño me llenó los cuencos de los ojos, desbordándolos.
El sol se apuró detrás de una nube, dejando la sombra helada de la soledad cubriendo la que fue mi casa.
Dos pasos más adelante él me esperaba.
Le miré a los ojos, sonreí.
Ahí estábamos. En el lugar de los sueños, en el lugar que juntos buscábamos afanosamente, desde hacia tantos años.
Nuestros ojos se hundieron en túneles azules y negros, juntos viéndonos profundamente nos dijimos lo que nadie pudo oír. Solo el silencio continuó a nuestro lado.
El se apoyó en mi pierna derecha como siempre y yo en mi cayado.
Caminamos nuevamente.
El sol nos vio por un segundo y volvió tras su nube.
Una manada nos seguía.
La tierra seguía cubierta con su manto blanco, como siempre.
A lo lejos, un arroyo blanco y cerca de él un pequeño lago reflejaba la imagen de una mujer y su Guía blanco.
Las nubes surcaban el cielo empujadas por una brisa ligera.
Colina abajo, una mujer y un lobo blanco dormían juntos sobre la nieve, a unos metros un hombre destrozado, estaba profundamente dormido con sus manos con negros guantes de cuero y su cuerpo hecho jirones.
Bajé mis ojos hasta los suyos y él elevó su mirada hasta los míos.
Ahí estábamos, recorriendo aquel lugar, en aquel tiempo…

ESPERA



Lloras.
¿Dónde van tus lágrimas de cristal?
¿Dónde?
Tal vez al mar salado.
A las arenas blancas.
¿Dónde?
Sólo calma tú dolor y espera.
Vendrá un remanso de luz, arena y mar.
Volverá el amor.
Entonces. Partirá el dolor y acariciarás la risa.

SILENCIO

Es tarde calla.
No digas nada.
El tiempo vuela.
Calla.
Hay un secreto en el aire.
Calla
Escucha.
Entiende.
Luego. Actúa y ama. Siempre.

PLEGARIA.

Anochece.
El cielo se vuelve pardo.
Surcan dos nubes el tiempo.
Cual dos ángeles blancos.
La luz se aleja, como tú.
En silencio, como tú.
Recorro un camino enlodado.
De luto y de espera,
Enlodado por el destino cruel.
Enlutado por una partida rápida.
Lodo y luto donde brilla luz.
Tú eres luz, solo tú.
Mi carrera loca de novia perdida,
Se detiene mirando el cielo.
El cielo donde mis ojos
Te descubren guiñando en una estrella.
Tú, sólo tú tienes ese brillo.
Que me saca del lodo.
Me arranca las sedas negras.
Me detiene, me condena a ti.
Me encierra en una nube de violetas,
De gardenias y pimpollos blancos.
Sólo tú tienes ese don.
Don que me dejas al partir.
No me pides nada, no tú.
Tú no me pides nada más,
Que este amor que se clava
Como un ancla aquí en mi pecho.
Se desliza por mi alma,
Cual una tierna lluvia de verano.
Sólo tú, sólo tú tienes ese don.
Por ti de noche o de día
Espero. Callo y espero.
Tú, sólo tú me tienes.
Como yo te tengo a ti.

jueves, 19 de agosto de 2010

MI ESPACIO



Una rosa púrpura.
Un blanco jazmín.
Ilusiones y dalias
En mis manos tibias.
Perlas cristalinas
Coronan mi pelo.
Mi piel de canela
Lleva el sol a cuesta.
Viviendo mi vida
¡Yo no tengo inviernos!
Siempre entre mis flores.
Trinos bulliciosos.
Mariposas blancas
Sobre verde alfombra
Bajo azul tapiz.
Allí en mi espacio.
Libero mi alma.
Como un Diente de León
¡Se eleva en calma!
Muy alto, tan alto
¡Libera mi paz!
Soy de fantasía.
Poesía.
Canción.
Un cristal muy frágil.
Una leve brisa.
Sólo en este espacio:
¡Yo vivo feliz!

TUYA



Cómo se refleja el sol
¡Aquí en tu playa!
Igual que en tus pupilas
Mis recuerdos.
Cómo ríe la vida enamorada.
Cuando en tus brazos
Me siento amada.
¡Que sabor dulce hay en tu beso!
Que ternura oculta
Hay en tus labios
¿Qué calor tienen tus caricias?
Sólo tú tienes la dulzura.
Un silencio por canción de amor.
Una poesía que renueva mi camino.
Eres Ese
Ese ser que me ama sin medida.
Sin pedirme más que un beso.
Una mirada profunda.
Profunda como el mar.
Dejas en mí tu luz.
Yo te regalo mi vida.
Como un trofeo de amor.
Vivo.
Vives.
Me das la libertad.
Me regalas los sueños.
Las fantasías perdidas.
¡Tuya soy!
Por ti vivo.
Por ti amor.
¡Por ti!

TÚNEL

Camino en la profundidad
Oscura
Del túnel de tus ojos.
Enamorada
¡Del cielo que tu vez!
Sedienta
De tu misma sed.
Apasionada
¡Por el mismo amor!
Hoy
Eres compañía.
Soledad.
Algarabía.
Locura.
Camino.
Desvío de mí ser.
Despiertas
La innegable pasión
¡De mil amores!
Te sueño
En la oscuridad triste de tus ojos.
En la brisa que me trae
Aromas
¡De tu jardín engalanado!
La esperanza
El afán y la ternura de saber
¡Que eres mío!

TU TIBIO LECHO.

Cuando la noche deje
Su oscuro manto.
Estaré contigo
¡En tu tibio lecho!
Cuando el gran rey despliegue su capa
De dorados hilos
E ilumine perlas brillantes
En cada balcón a una rosa nueva.
Estaré contigo
¡En tu tibio lecho!
Cuando en el azul pentagrama de luces
Vean pasar las aves
En vuelo inmigrante.
Estaré contigo
¡En tu tibio lecho!
Cuando se acallen Los ruidos del día
Solo se escuche
Un suave latido
De dos corazones redoblando golpes
En pechos amantes.
Estaré contigo
¡En tu tibio lecho!

CRISTALES

Como cristales son las penas.
Como cristales la luz.
Cual un cristal el amor.
La alegría es un cristal;
que rompe impío el dolor.
¡El rocío es una perla
de cristal para la flor!
Y cristales son las lágrimas
¡Que en mi almohada se quedaron!

martes, 17 de agosto de 2010

MADRE

(En memoria de quien deseó toda su vida mi felicidad)

Se acelera la huella, se hace honda.
Duele.
Duele como un retoño roto y lloro.
Lloro en silencio.
Feliz a mi manera.
La huella es honda, amarga soledad.
El tesoro es grande, eterno.
Vale.
Vale todo esfuerzo caminar.
Aunque llore.
Me desgaste por un tiempo.
Agote mi lágrima.
Renueve mi espíritu.
Y siga.
Por otra huella camino del sol.
Profundo el dolor en mi pecho.
Silencio.
Se y acepto el camino.
Mi raíz se ha ido.
Transita senderos azules.
Mi raíz no ha muerto.
Vive.
Vive en la eternidad de mis ojos.
En mi corazón.
Se ha quedado para siempre
En la memoria.
Marca su huella.
Mi raíz no ha muerto.
Vive en mí.
Como en el principio.
¡Hasta que vuelva!

MAL SUEÑO



Era lunes.
El sol no se había despertado.
Los pájaros comenzaban sus primeras melodías desde el árbol frente a mi casa.
A lo lejos se escuchaba el ladrido de algún perro callejero que correteaba a otro.
Las campanas de la Iglesia dieron las 6. Yo me revolví en la cama sin ganas de levantarme.
Con desgano afronté la tarea de empezar a moverme e iniciar el viaje a mi trabajo, luego de un largo trayecto en subte hasta la empresa.
Camino al subte, la calle se apretujaba con gente que se enganchaba en los paraguas tratando de evitar la llovizna que logró ganarle al sol esa mañana y de la cual, no me había percatado.
Las baldosas flojas escupían chorros de agua gris al pisarlas.
Las escaleras de la parada, resbaladizas y cubiertas de mugre, parecían querer atrapar mis zapatos.
El ruido de las máquinas se hizo sentir inmediatamente. Salté dentro del primer vagón tratando de no llegar tarde o quedar atorada en las puertas que en cada estación iban devorando uno a uno los pasajeros.
Adentro olía a ropa húmeda y un hedor acre recorría los vagones. Los frenos chirriaban. Al cruzarnos con otro tren que volvía se producían sacudidas que me movían las vísceras de un lado a otro haciéndome sentir mareada.
Cuarenta y cinco minutos más tarde descendía de aquel medio de transporte que me asqueaba.
Al subir las escalinatas hasta la calle principal la lluvia que ya era intensa, cayó sobre mi rostro como bofetadas transparentes. Un viento helado me despeinó.
Me apreté el abrigo tratando de no mojarme más de lo necesario. Solo a unos pocos metros mis zapatos dejaron de resistir el aluvión que a cada paso arremetía contra ellos. El sobretodo tampoco resistió por mucho tiempo. Las marquesinas no pudieron evitar que el agua se fuera filtrando en mis ropas. Despiadada y presta iba sintiendo como recorría mis cabellos y luego como una bestia fría se deslizaba por mi columna vertebral.
Cuando doblé la esquina de Santa Fe y Callao, recordé que el día antes había llevado al lavadero una muda de ropas que tenía para estas ocasiones, guardada en mi casillero del vestuario para mujeres.
Estaba en la puerta. Antes de seguir tastabillando en medio del chaparrón decidí entrar y ver como solucionar mi situación.
Una compañera cruzó corriendo el pasillo central de baldosas brillantes, dejando marcadas con agua sus pisadas.
Antes de llegar al vestuario resbalé sobre un charco que mi propio cuerpo destilaba. Desde aquel piso mojado observé indignada a mis compañeros, que asomados a la puerta de sus oficinas, reían estrepitosamente. No era burla, yo lo sabía, pero mi carácter ese día no era el mejor. Al levantarme ayudada por uno de ellos, volví a resbalar torciéndome el tobillo derecho, que crujió como si una rama seca se hubiese roto con el viento que estallaba afuera.
Me ayudaron a entrar y sentarme en una de las sillas del vestuario. Mis ropas lloraban lastimosas, salpicadas de algún misterioso líquido oscuro, dejando una mancha en el piso. Los zapatos habían tomado una rara forma de chalana antigua, cuyos tacos parecían remos.
Sentí mojados hasta mis propios pensamientos. Intenté levantarme, el dolor del tobillo me aquietó unos segundos. Insistí, arrastrándome contra la pared hasta alcanzar mi casillero. Al abrirlo solo encontré un buzo viejo y una pollera ajada y con dudosa higiene. Tomé las dos prendas y seguí hasta el baño. Me saqué mis prendas mojadas. ¡Todas! No había nada que no chorreara agua. Sin pensarlo me coloqué el viejo buzo y la ajada pollera.
Arrollé la ropa mojada y la dejé en el casillero. Acomodé mis pelos que aún vertían agua, traté de secarlos en el seca manos. A esa altura mi paciencia estaba a punto de colapsar.
Así, descalza, con un aspecto deplorable y el maquillaje corrido me acerqué a mi escritorio y encendí la PC.
Sentía que las miradas de mis compañeros caían sobre mí como rayos tibios.
Cuando abrí el programa para comenzar a programar, el sistema cayó. Escuché las quejas de todos. Sin dar importancia cambié de página y tomé mi propia Notbook. Abrí mi correo.
Los últimos mail leídos databan de tres días atrás. No recuerdo por que razón no había revisado mi bandeja esos días.
Una gota de agua que venía desde algún lugar del techo de la oficina, cayó justo sobre la pantalla del monitor. Recorrió la misma, descarada y sigilosa seguida de otra y otra, como si de pronto el monitor le hubiese dado un ataque de llanto al verme.
Sin acordarme de mi tobillo, me paré y arremetí contra el escritorio tratando de sacarlo del camino de aquellas gotas. Entonces sentí el dolor punzante que recorría no solo mi pie, sino hasta la ingle haciéndome doblar tomándome la pierna. Los demás se habían marchado al comedor. Olía desde mi escritorio el aroma del café caliente.
Mi actitud empecinada en que aquel era un día normal, seguía acuciándome. Respondía por costumbre o quizás porque no quería que el tiempo me estropeara ese día. Ni siquiera me daba cuenta de mi aspecto o de mi obstinación.
Al correr el escritorio la gota caía desconsolada al lado de mi silla formando un charquito y salpicando mi pie derecho.
Sequé con el brazo enfundado en mi buzo, la pantalla. Comencé a leer los mail. Uno me avisaba que era de vital importancia que el día lunes a las 12,30 horas estuviese en la oficina central de la empresa en Córdoba. Miré la fecha, ¡tres días atrás! Mi obstinación cambió a desesperación. Comprendía perfectamente que querían decirme cuando la orden “era de vital importancia”.
Sin seguir los pasos recomendados, apagué desconectando de la corriente la PC. Me levante de mi silla y salí casi saltando en un solo pie. Desde la puerta de la sala de trabajo, giré mirando mi oficina. Observé mi escritorio en el centro de la sala con su charco de agua rodeándolo y otra gota cayendo sobre una pila de carpetas. ¡No volví!
Desde mi casillero tomé mi bolso e hice caso omiso a mi ropa mojada, cerré y tambaleante salí a la calle.
El aguacero era pertinaz. El viento gélido. Los árboles se balanceaban peligrosos sobre mí.
No era necesario pensar en como me veía después de media cuadra de camino al subte de regreso a casa, de donde debería volver para dirigirme a la Terminal o al aeropuerto, a lo que me dejara llegar a tiempo a la reunión que me indicaba el mail.
Las palabras mojadas pidieron boleto para la línea B. Mi figura parecida mas a un fantasma que a una mujer que trabajaba en una oficina, atravesó la entrada a los vagones. Al ingresar al único lugar que me estaba esperando, un olor acre y sucio me tornó más hostil de lo que estaba. Mi estado anímico era tan deplorable como mi aspecto.
Al llegar a mi casa, parecía haber vuelto de una batalla.
Tiré mis prendas mojadas en el baño. Presurosa mientras terminaba de secarme, me vestí para el viaje. Rengueaba mientras caminaba descalza por la casa.
Busqué mis maletas puse lo necesario, conocía el itinerario de esos viajes. Miré mi pequeña máquina mientras la sacaba de mi bolso esperando que la lluvia no la hubiese estropeado. No me puse a revisarla, no había tiempo para eso.
Cuando llegue al cajón de mis zapatos sentí que era mejor, dado el frió reinante, llevar mis botas y calzado de vestir para la reunión.
Casi corría, el tiempo volaba, solo me quedaban 5 horas para llegar a destino. Llamé a la aerolínea, había un vuelo en 20 minutos. ¡Llegaría a tiempo!
Solo cuando me fui a calzar, me di cuenta que lo único que mi pie podía tolerar eran mis pantuflas. No tenía opción, ni tiempo. Llamé al remisero. La línea dio ocupado. Volví a insistir. La vos del otro lado me anuncio que en 5 minutos vendrían por mí.
Genial. Todo iba bien.
Mis pelos aún mojados y despeinados caían sobre mis hombros provocándome escalofríos.
Bajé por el ascensor. Dos minutos después el coche estaba en la puerta parado en doble fila, esperándome. Miré mis pies, no estaba dispuesta a viajar con mis pantuflas mojadas. Me las quité levanté el ruedo de mis pantalones y crucé por el agua helada que se recostaba a borbotones contra la acera.
Subí y me acomodé las mangas de los pantalones, sin ponerme mis pantuflas. El chofer me miró con curiosidad, le miré y dije lo único que diría en todo el viaje:
-Rápido al aeropuerto. Tenemos 10 minutos para llegar.
-¿Diez minutos?
Le respondí con la mirada, sentía que mis ojos estaban rojos y que estaban desmesuradamente abiertos mostrando su azul en todo su esplendor.
Hubo frenadas, chirridos y en algún momento le escuché decir que me pusiera el cinturón de seguridad.
Cuando le fui a pagar, mis manos heladas desparramaron mis documentos en mi falda y algunos cayeron sobre la alfombra mojada del coche.
Después de juntar mis papeles y guardarlos en desorden. Descendí y me dirigí a la ventanilla por mi pasaje. Solo había un lugar en aquel vuelo. Eran las diez.-¿A qué hora llegaríamos a Córdoba? –¡Una hora y media!- Al menos el día comenzaba a enderezar el rumbo a mi favor. Mi pie a punto de explotar, dolía. Pero yo debía ir por mi trabajo.
El avión se movió lento primero, luego planeó y se inscruptó en las nubes. Odiaba esos viajes con mal tiempo. Traté de dormir para no oír ni ver nada. La persona sentada a mi lado olía a cerveza y sudor.
Le miré de reojo, fastidiada.
El avión hizo un brusco movimiento que me acercó mas al desconocido y el hedor a sudor me invadió las fosas nasales perforando mis pulmones.
Cerré los ojos y me hice la idea de que viajaba en el mejor lugar de un jet de primer nivel, donde podía viajar y descansar tranquila. Mi pie dolía. Era lo que no me dejaba alejarme de este olor nauseabundo y rancio.
Casi dos horas después y con gran esfuerzo tomé el coche que me estaba esperando para llevarme a la empresa.
En vano traté de calzarme un par de zapatos decentes.
Entré a la oficina 10 minutos mas tarde de la hora prevista. Estaba todo el Consejo Directivo y mi jefe. Sus miradas cayeron en conjunto sobre mis pies, con aire de reproche primero y con pena después. No di explicaciones. Ya estaba allí ¿qué mas podían esperar?
Comenzó su disertación el jefe de Negocios venido de USA. Mi Ingles no era malo, pero el hombre era realmente bueno con el suyo. Hubo algún momento que el dolor de mi tobillo y su ingles distrajeron mi mente del hilo de su charla.
Terminada la reunión, quedaba bien claro que esa jornada, sería un constante ir y venir de una oficina a otra.
¡Me imaginé con un bastón!
Realmente fue así. El trajín fue constante. Gasté mas de la cuenta en autos de alquiler y bus para evitar caminar, que lo que me pagarían por concepto de viáticos de aquel día.
A las 18 cuando volví a la oficina para dejar mis trabajos en el escritorio del Jefe, este charlaba animosamente tomándole la cintura a la secretaria del representante en USA. Mi intromisión hizo que me reprendiera por tardar en traer las carpetas terminadas y casi me empujó fuera de la oficina.
Caminé lento, crucé los pasillos dirigiéndome a la salida. Cuando llegaba al tarjetero y marcaba la hora de salida, mi Jefe salió desde algún lado de las paredes, para decirme: -¡No has visto nada nena, ojo con quien hablas! Mañana a las 7 en punto te quiero en la oficina, ahora márchate, tienes un aspecto terrible.
No contesté. Un fuego extraño cruzó mi mente y recorrió mi estomago, subió a mis ojos y sentí como quemaba mis pestañas-¡maldito día!-murmuré.
Finalmente había cumplido con mi trabajo a pesar de todo.
El piso estaba húmedo aunque no llovía.
Mi hotel distaba solo dos cuadras de la oficina. Mi tobillo me martirizaba. El viento no tan fuerte me revolvía los cabellos cubriéndome el rostro y deslizándose luego por mis hombros como un abrazo tranquilizador.
No estaba acostumbrada a caminar con tacos bajos, de modo que mi cintura también parecía estar protestándome por hacerlo. Mi pantufla en el pie derecho estaba a punto de explotar.
Casi sin ánimo entré al primer comercio que encontré abierto. Por costumbre compré dos churrascos, un tomate y un litro de leche chocolatada. Después de pagar y cuando salía del comercio, tomé conciencia de que no volvía a mi casa, sino a un hotel y que no podría cocinar.
¡No me detuve!
Entré al hotel con la bolsa transparente portando mi compra. El conserje me miró y se fijó en ella-¡Por favor puede hacerme éstos con ensalada y llevarlos a mi habitación!-dije dejando la bolsa con el tomate y la carne sobre el mostrador y llevándome la caja con la leche.
Me abalancé sobre la puerta de la habitación y caí pesada sobre la cama.

Alguien llamó a la puerta. Me costó incorporarme y abrir. Allí el conserje portando una delicada bandeja, traía el plato que le había pedido. Me miró
-¿Se siente Ud. Bien señora?
-¿Qué hora es?-pregunté
-Las 24. Es la tercera vez que golpeo a su puerta señora. Realmente ¿Está Ud bien?
En silencio y con los parpados pesándome, tomé la bandeja y murmuré un -¡Gracias, ha sido muy amable!- casi inaudible. Cerré la puerta, dejé la bandeja sobre la mesa de luz, abrí la cama y caí en ella lentamente, sintiendo que mi tobillo tenía agujas atravesadas en todas direcciones. Acomodé mi cuerpo bajo las frazadas tibias.
Talvez mañana…
¡No!
No podía pensar.
No a esta hora.
Mañana
Mañana, tal vez mañana, despertara, en mi cama de pino, allá en Las Flores.

lunes, 16 de agosto de 2010

SENDERO

Tan augusta mi búsqueda y espero.
Espero que el silencio en remolinos,
Me traiga algún día, al aclarar;
¡Un beso tierno como aquel junto a mi río!
Tan larga mí busqueda
Que sinuoso el camino que adelanta.
Adelanta y se pierde bajo mi pie cansado,
Cual loza gris, que resbala en la pendiente
de mi tiempo,
Se pierde tras el encuentro de otra senda.
Tanto silencio en el sendero que me atrae.
Como atrae la luz a la falena.
Te llevo en mi pecho cual espada
de acero, clavada hasta la empuñadura.
Pues convergen en mi grandes amores
Amores que el tiempo atesora.
Que atesora y me ignora,
cuando mi grito se hace eco y lo reclama.
¿Dónde esconder tanta ternura bajo el cielo?
¿Dónde esconder lo que siente el alma mía?
Si por mi senda aún se niega el amanecer
de tu presencia.
Es por tí que mi senda se adelanta.
Se adelanta y me atrapa con el tiempo.
Y muero aterida sin tu abrazo.
Mientras el sol agrieta hasta las rocas,
más profundas.

BUSQUEDA

SENTIMIENTOS

Es tan grande lo que siento.
Que sentir es un tormento.
Lamento que huele a rosas.
A gardenias, mejoranas.
Gime mi pecho. Atolondra.
En el cantar de una alondra.
Mi amor declama mis versos.
Mi boca extraña tus besos.
Se detiene el pensamiento.
Se hace grande un sentimiento.
En el azul de este cielo.
Envuelta en nube viajera.
Como tierna mensajera.
Hasta ti alzo mi vuelo.
Te encuentro en cada mirada.
En los ojos de la luna.
En el fulgor de la alborada.
En el lugar que me acuna.
Te encuentro en cada sendero.
En el cantar de un jilguero.
En los pasos por el día.
En la humilde melodía.
En cada encuentro fugaz.
En que tus brazos me alzan.
Mi amor te sigue tenaz.
Como la vez primera.
Que me encontré a tu vera.
Con ternura siento tu llamada.
De ti sigo enamorada.

domingo, 15 de agosto de 2010

DE MÍ

Leve brisa del sur.
Tibio sol sobre mi cuerpo.
Por manto oscuro, mi pelo.
Por roja boca, una rosa.
De azabache sencillo y albo
En mis ojos la noche escape.
De tez como nogal fresco.
La figura siempre altiva,
Pero de alma sencilla.
Con el corazón sediento,
De amor, ternura y pasión.
El cuerpo cargando el tiempo.
Sin temores y sin culpas.
Así yo.
Con la mirada escondida,
Reciba el suave calor,
De la caricia del sol.
De la brisa que acicala,
Mis cabellos tiernamente.
Quiero despertar ahí.
Donde mi ser sea la paz.
Donde mi vuelo no acabe.
La felicidad sea una un regalo.
En mi recale tranquilo,
El amor que nunca muere.
Ahí, donde sea yo,
La mujer libre, señora.
Bajo el cielo, junto al sol.
Rodeada de arenas húmedas.
Y blanca espuma de mar.

MI TIEMPO

El tiempo es un tirano
El tirano es el reloj
El reloj es la campana
La campana es la señal
La señal en mi camino
Mi camino es este cielo
Este cielo azul tan mió
Tan mió que me puebla
Me puebla de luz y vida
Vida que me deja libre
Libre para amarte tanto
Tanto hasta la condena
La condena que es eslabón
El eslabón de mis sueños
Sueños que quiero compartir
Compartir contigo ¿o con quien?
Con quien de amor me colme
Me colme en este tiempo
Tiempo como el reloj
Reloj que cuenta las horas
Las horas que quiero amarte
Amarte así tanto
Tanto hasta que la campana
Del camino toque el fin
Bajo este cielo tan mío
Te encuentre siempre a mi vera.

POEMA DE VIDA.

Si el tiempo se escapa
¡No me arrastres con él!
Déjame seguir combinando
Mil colores
Bajo este terciopelo azul.
Cada noche, una oración.
Cada día, vuelva el amor
A mi puerta sigiloso.
¡No me arrastres con el tiempo!
Déjame la flor aquella
Que en mis manos él dejó.
De la luz dame el camino
Que mi pie abandonó.
De la tierra dame el fruto.
De un ataviado rincón
Carga de flores, déjame ver.
De la vida no me arranques.
¡No me lleves con el tiempo!
Vísteme con cristalinos vestidos
Que la lluvia me regale.
De este tiempo no me arranques
Ni me dejes sin amar.
Cada día, dame un sol.
Una luz que en mi camino
Mi corazón ilumine.
Dame la mente despierta.
Déjame libre el pensamiento.
Que mis sentidos no fallen.
Que mi corazón no calle.
De mi boca solo palabras
Que no hieran otras almas.
Dame el tiempo y mi silencio.
Para ser siempre:
Poesía.

DESCÚBREME

Si vagos son mis sueños
Si mi corazón solloza
¡Descúbreme algún día!
En el canto alegre
De un místico cantor.
¡Descúbreme algún día!
De sueños luminosos
De pureza en cada rosa
Que en mi mano yo aprisione.
¡Descúbreme algún día!
En canciones deliciosas
Melodías que en el tiempo
Sepan de nuevos zorzales.
Junto a duendes encantados.
¡Descúbreme algún día!
Cuando se encienda la aurora.
Cuando se apague la noche.
Cuando mueran los sonidos
Cuando despierte la luna.
¡Descúbreme algún día!
Junto a un corazón de luz.
Sin agonías ni penas.
Solo…
¡Descúbreme algún día!

SOÑANDOTE

Anoche estabas conmigo
En el campo de batalla.
Anoche, tu amor me diste.
Te entregué mi corazón.
Anoche tú me amaste.
Te amé, supe de ti.
Anoche mi sueño
No debió terminar tan pronto.
Debió seguir tras tus pasos.
Porque anoche nos amamos.
Tú estabas, yo lo supe.
Te sentí en mi corazón.
En mis brazos tu calor.
En mi piel, tu piel amada.
En mis labios tu beso tierno.
Y te di todo.
Desperté portando tu vida en mí.
Por eso sé que me amas.
Por eso supe que eras tú.
Porque anoche yo te vi.
¡Tú estabas a mi lado!

CALAS

En mis manos calas blancas.
En el corazón rojas rosas.
En mi mente un pensamiento.
El mi alma un sentimiento.

Con cala blanca en mis manos.
Camino de mis memorias.
Acompasadas nostalgias.
De saber que viajas otros caminos.

Caminos que elásticos se estiran.
Se escurren, cruzan, voltean, pasan.
Quedo a la vera del tiempo con mis calas.
Mi sentir y mis ganas de extender mis blancas alas.

martes, 10 de agosto de 2010

LOS PASOS DEL AMOR

I

Pasa de nuevo, pasa.
Pasa el tiempo que no espera.
Pasan la luna y el sol, pasan.
A los veinte pasan lento.
A los cincuenta tan rápido, pasa.
Pasa y no lo vemos, ¡pero está!
Búscalo en cada estación, búscalo.
Luego. Vive a su lado tú también.

II

Si pasa sin dejar pasos, pasa sin pasos dejar.
Volverá. Talvez solo pase lento.
Lento tiempo al que espera, lento
Soplo de una brisa, pasa
Pasa y no vuelve el tiempo, no vuelve
Y el amor, no, el amor vuelve.
Cuando vuelva a mi vera, volverá.
Volverá a mí. Sólo eso importa.

III


Dejará sus huellas livianas, dejará
Dejará mi vida en un vergel. No olvidaré.
No olvidaré su risa. ¿Para qué?
Solo vendrá, solo hasta mí.
Hasta mi solo enamorado, volverá.
Me amará. Le amaré. ¿Qué más importa?
Importa que vuelva.
Luego. Viva mi amor con él y nada más.


Nelli González.

POR AMARTE ASÍ

Te busco
Te busco sin buscarte
Sin buscarte porque sé que ahí estas.
Estas rodeado de rosas y gardenias
Rodeado del amor que me prodigas
Del amor que me prodigas y no acepta
Y no acepta la razón.
No acepta porque no encuentra en tí
La otra mitad.
Callo, me convierto en gota de rocío
En cristales transparente y diademas
Quiero amarte
Más, se niega la razón.
En mi pecho a gritos pide el corazón amor.
Amor pleno, amor eterno
La razón me oculta entre dos luces
¡Y te sueño!
En sueños ocultos, ¡Sí! Yo puedo amarte
Puedo sentir el aroma de tus flores
De tu corazón el latido
De tus ojos la mirada enamorada
Y te amo aunque grite la razón
Aunque aúlle y me desgrane cual arena
Te amo desde el alma
Desde las profundidades más hondas
Aunque la razón el aliento quite
Te amo, en silencio
Para siempre desde el alma
¡Y no me inquieto!

Nelli Edhit
10/08/2010

domingo, 8 de agosto de 2010

DESPERTAR

DESPERTAR.

El horizonte se ilumina.
Mi aliento descansa.
Luz que llega desde mi,
Desde Tí,
Que ilumina el alma,
Me llena de paz.
Te encuentro en la estrella.
En cada flor que brota presurosa
de un pimpollo bañado de rocío.
Allí en el más dulce escondite.
Aquí en el lugar de los sueños dulces.
Me siento libre y sedienta de tu ternura
¡Jamás vencida ante lo adverso!
Me siento como tú cada mañana.
Meciendote en un sueño enamorado,
De la belleza, de lo pequeño,
de la humildad hermosa
de todo lo creado.
Ahí descansa mi alma, mi sentimiento.
Junto a Tí.
Junto al Amor que me enseñas,
Cada mañana al despertar.
Callo. En mi silencio oigo tu voz.
Sueño en silencio. Vivo.
Por tí vivo y callo.
Espero. Ilusión divina.
Silencio y amor.
Corazón que palpita paz,
y no claudica ante el Amor.

Nelli Edhit.
8/08/2010

Cesaria Evora - Tiempo y Silencio.wmv

sábado, 7 de agosto de 2010

HASTA TÍ HE DE LLEGAR

HASTA TÍ.

Camino descalza sobre un rosedal.

Espinas punzan mi piel y llora mi alma.

Imploro.

Tu perdón, tu amor sin límites.

Tan míos.

Camino descalza sobre este devenir.

Sin rumbo.

¿Dónde encontrarte puedo?

¿En cuál cielo he de buscarte?

Si tú estas dentro de mi.

Camino y sueño.

Sueño y dolor.

Punzadas de amor-dolor.

Amor que estalla en el resplandor al alba.

Al alba o al caer el Rey en las aguas del río.

Allá en el horizonte ¡Tú!

Tú como un guía, me llamas

Nunca por caminos sin espinas.

Sueño.

Creo en ti y descalza avanzo.

Avanzo hacia lo inalcanzable de tu ser.

Vivo.

Te siento a mi lado.

¡Aún más!

Te siento en mi pecho floreciendo.

Floreciendo como un pimpollo eterno.

Camino. Dificultad Divina. Llegar a Ti.

Ofrenda de espinas en mis pies cansados.

Heridas de amor.

Lágrimas colmadas de encuentro feliz.

Te amo. Como el primer día.

Como el día en que supe de Ti.

Lo supe y creció en mí el deseo.

La eterna búsqueda y este encuentro.

Tan tuyo, tan mío, tan esperado.

Te amo.

Desde el corazón; ¡Te amo!

Tu vivencia y tú luz me colman.

Soy tú mismo, tú reflejo.

Nada me hace más feliz

Que verte con los ojos de mi corazón.

Sentirte tan mío y abandonarme en ti.

Callada. Humilde y feliz en ti.

Te amo. Eso es todo lo que siento.

Y te comparto lo que soy.

Poesía y amor simple y humilde. Poesía para ti.

Nelli González. 7/08/2010

viernes, 6 de agosto de 2010

Creado.
Todo está creado.
Solo imagino y cambio
Colores
Formas
Mil palabras
Todo lo tengo sin tnerlo.
Y sin embargo Amo.
Nadie ama
¡Como yo te he amado!
Solo tú recibes
Mi silencioso amor
De tules blancos
Me amas?
No lo se.
Yo te amo
Eso me basta!
Crearte?
Inventarte?
Para qué si ya existes
Bajo la luz plateada
de mil noches encantadas.
Y eres mio!!

Nelli Edhit
6/08/10